FRUTOS EXTRAÑOS

Confesión en trance: una mujer cae, todas en ella caen. Una mujer vuela, todas en ella vuelan. ¿Cuántas frutas extrañas tenemos guindando en cada una de nuestras historias, cuáles fueron devoradas, cuántas resembradas? Hay un color y una sombra colándose por debajo de la puerta. Las paredes revientan de silencio y ahogo. El lugar es una casa sin ventanas, pero el viento habla fuerte. ¿Hay una ventana abierta? Todavía no se sabe dónde. La luz salva o ence- guece; hay un color que viene de la vida que nace y se pudre, ahí frente a los ojos de todes. Ella escribe una carta, ella se va. Mesa y mujer se encuentran rodeadas de voces: juicio, memoria, asesinato con su nombre de mujer. La carta es infinita y siempre habla de ella, habla de todas las que caen. Todas las mujeres se encuentran un día frente a la mesa inten- tando cargarla, danzar, no caer, tejiéndose las alas. Una mesa lo es todo. La atmósfera es una, etérea, y mutante. El espacio es alucinación constante, una realidad que se teje de recuerdos, sueños y pesadillas, deseos y torturas, danzas y fusilamientos, olvidos y fantasmas. Las voces le atraviesan el cuerpo, la invaden. La mujer se va, frutilla extraña, mientras el viento le habla; todas las mujeres saben volar, todas las mujeres saben volar.

País: República Bolivariana de Venezuela

Dramaturgia: Indira Carpio Olivo y Oriana Orozco

Dirección: Marcela Lunar